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La firma manuscrita, aunque aún en plena vigencia, ha comenzado a ser reemplazada lentamente; este cambio, empujado por los avances tecnológicos de los últimos años y precipitado por la pandemia en la actualidad, ha traído a escena distintas alternativas: pin electrónico, clave telefónica, verificación de datos biométricos, firma electrónica o digital, entre otras.

Hasta hace unos meses era una cuestión de inconveniencia el tener que trasladarse para firmar un documento y cerrar una operación, con la necesidad de coordinar y coincidir todas las partes frente a un profesional que avale los acuerdos… hoy es una imposibilidad; por eso vamos a hablar de las alternativas que existen: firmas electrónicas y digitales.

Aunque solemos referirnos a firma electrónica y firma digital como sinónimos, la realidad es que no los son: una engloba a la otra. Veamos: una firma electrónica es una firma que se inscribe mediante algún soporte tecnológico; de cual sea el elegido, dependerá la validez jurídica.

Comenzando con las validaciones de menor poder probatorio podemos nombrar a la realizadas a través de sistemas que requieren de usuario y contraseña para ingresar, a aquella que se valida a través de un código de único uso enviado a través de sms o, con mayor seguridad, token, hasta aquellas que se inscriben a través de equipos que pueden detectar el nivel de presión ingerida, velocidad y aceleración, permitiendo un análisis similar al que se le aplica a un registro manuscrito: la firma biométrica.

La diferencia con la firma digital, el sistema actual más seguro y confiable del mercado, es que somete al documento a un proceso de encriptación que lo porta de códigos únicos que permiten no solo garantizar la identidad de todas las partes, sino también la integridad de un documento, y determinar si este fue modificado en el proceso.

¿Cuáles son sus ventajas de las firmas digitales?

  • Reducción de costos mediante la eliminación de intermediarios
  • Reducción de tiempos al no necesitar coordinar un día y horario entre varias partes.
  • Reducción del impacto ambiental al no requerir impresión
  • Mayor seguridad en el guardado de los documentos
  • Comodidad: en la mayoría de los casos no es necesario que te muevas de tu casa.
  • Reducción de riesgos de contagio al evitar el contacto con terceros.

Más allá de ser una solución urgente frente al panorama actual, no sería un error afirmar que la firma digital llegó para quedarse; ha ganado un gran prestigio y se ha impuesto.